Los despachos de abogados ya no son aquellos lugares en los que los clientes entraban sintiendo un cierto temor reverencial. El olor a papeles, muebles antiguos y madera se mezclaba en ocasiones con cierto tufillo a polvo y a viejo que emanaba de la gran cantidad de papeles almacenados en viejos muebles que llegaban hasta el techo.
Pero hoy, el abogado ya no trata de impresionar a sus clientes con libros y decoración decimonónica, sino con una decoración moderna, actual, luminosa y acorde con los gustos actuales. Por eso, para empezar, ha cambiado el concepto de bufete que se tenía hace pocos años.
Edificios rehabilitados y modernos
Los abogados ya no buscan vetustos edificios con pisos de pasillos largos y estrechos al final de los cuales situaban su despacho, ahora quieren bajos o entresuelos luminosos, modernos y totalmente rehabilitados.
Las estanterías de diseño para libros han sustituido a los antiguos muebles con estanterías cerradas y cerraduras y las pesadas mesas de escritorio se han aligerado para dar paso a otras más modernas, con espacio para el ordenador y un aspecto pulcro e impecable que da mayor confianza a los clientes.
Incluso la imagen del abogado se ha renovado y ahora su forma de vestir, aunque formal, se adapta mucho más a los tiempos modernos y hace incluso concesiones a la moda en el caso de los profesionales más jóvenes que no tratan de imitar a sus mayores, sin renunciar a una vestimenta impecable.
Hay que tener en cuenta que gran parte de público objetivo de los nuevos abogados son los nuevos jóvenes y adultos, cada vez más modernos y sin tantos prejuicios en cuanto a la imagen de las personas.
Las salas de espera ahora denotan tranquilidad
Los clientes tampoco esperan en salas de espera oscuras, a veces sin ventanas y en las que se amontonan sillas de diferentes procedencias. La decoración y el cuidado por los detalles llega también a estas habitaciones en las que la luz natural es elemento imprescindible y las sillas de diseño una constante.
Por supuesto, las paredes siguen decoradas con títulos y orlas, pero ahora acompañan a estos cuadros de estilo moderno o incluso fotografías de autor que ofrecen frescura y color a despachos, salas de espera y demás elementos del bufete.
Todo esto hace que el trato con el abogado sea más cordial y familiar y haga que los clientes se sientan un poco menos intimidados cuando tienen que acudir a solicitar consejo legal para sus asuntos.
Por el contrario, la relación abogado y cliente ha dejado atrás muchos formalismos lo que ha facilitado la necesaria confianza entre ambos.